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OCIO

Con uno o varios trabajos para poder subsistir y enviar dinero a España, el cuidado de su propia familia y las tareas del hogar, era poco el tiempo libre que les quedaba. Aún así trataban de reunirse en casas de otros españoles y, por supuesto, en los bares, restaurantes y tablaos que había en la ciudad. Especialmente, en la zona de la Gare du Midi, el barrio de Marolles y la Rue Haute.

La música fue un elemento de gran importancia para la comunidad española en Bruselas. Además de conectarles con la cultura del país que habían dejado atrás, propició un intercambio cultural con los belgas, quienes veían estos ritmos como algo exótico.

 

Tal y como hemos podido descubrir gracias el proyecto Rumba Hispanobelga de Miguel Menéndez, el panorama musical de la emigración española en Bélgica de los años sesenta, setenta y ochenta fue tan rico que incluso hubo personas que pudieron dedicarse a ello y grabar hasta sus propios discos.

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